Spinoza, filósofo del siglo XVII, define el amor como la alegría de que el otro exista. Pero entonces, ¿POR QUÉ SUFRIMOS POR AMOR?
Según el psicólogo Walter Riso, especialista en terapia cognitiva, sufrimos por diferentes razones. Una es la concepción idealista del amor. Esta razón es de origen social. El amor es fusión con el otro, es incondicional, es eterno…nos va a hacer felices a cualquier precio. Pensamos que el amor mueve montañas. Entonces cuando ponemos los pies en el suelo y vivimos el amor terrenal, chocamos con la realidad. Todo esto hace que cuando estés en una relación te frustres porque descubres que no es tan perfecto, que hay que construirlo. El amor implica más que un sentimiento: implica cuidar del otro, aceptar las diferencias, adaptarse a los cambios, aceptar al otro como es….
La segunda causa es mucho más práctica: elegimos mal a la pareja. Cuando elegimos nos dejamos llevar por el sentimiento, por la atracción, por el enamoramiento, por la química, por la “magia del amor”. Elegimos con el corazón o de cintura para abajo. La creencia popular es que las personas opuestas se atraen. Confiamos ciegamente en que el amor lo puede arreglar todo y esto no es cierto. Todos los estudios demuestran que las personas semejantes tienen relaciones más satisfactorias. La semejanza implica tener visiones del mundo similares. No es ser igual que el otro, porque esto podría eliminar el “factor sorpresa” de la relación que sería necesario para avivarla y que no se convierta en algo “aburrido” y “predecible”.
La tercera razón es de origen personal. Por un lado, el vínculo de apego que estableciste de pequeño con tus padres. Si tuviste padres contradictorios que un día te expresaban afecto y comprensión y otro día no. Aquí se forma el apego por ansiedad o inseguro. Esto repercute de una forma directa en las relaciones de pareja cuando somos adultos. Arrastras celos, miedos, obsesiones…te sientes inseguro en la relación. La otra causa personal es cuánto te quieres a ti mismo: la autoestima. Cuando te quieres, no negocias con tu dignidad. Te respetas. No dependes emocionalmente del otro para creer que tu vida cobra sentido.
El cuarto motivo es que existen tres pilares básicos para que una pareja funcione:
EROS: en la mitología griega es el Dios responsable de la atracción sexual, el amor y el sexo. Su equivalente romano es Cupido. El eros es el deseo, la pasión, lo que tú sientes, las ganas por el otro.
PHILIA: es un antiguo término griego que se utiliza para referirse al amor fraterno incluyendo la amistad y el afecto. Es la buena comunicación, tener cosas en común. La alegría de que el otro exista.
ÁGAPE: es un término griego para describir un tipo de amor incondicional y reflexivo. Es la ternura por el otro, el cuidado, la preocupación porque esté bien.
Si falta alguno de estos tres elementos, empezamos a sufrir, a sentir un vacío. Cuando están los tres nos sentimos más satisfechos.
Para tener una relación de pareja sana y satisfactoria, es necesario sentirse autorrealizado, sino es así, pregúntate qué falla.
Deja una respuesta