Fragmento de una sesión de terapia, con uno de los miembros de la pareja en la que os presento mi reflexión sobre las emociones:
Tú eres lo que haces. Tú eres un todo. Tú eres una totalidad de cosas: seguro e inseguro. Si dejas que la culpabilidad ensombrezca todo lo que eres, te sentirás una persona culpable. Eres querible cuando estás bien y cuando no lo estás.
El problema de la mente humana es que nos identificamos con las emociones. Nosotros tenemos que aislarnos de nuestra mente. Si me identifico con la tristeza, porque hoy me siento triste, y mi imagen o mi imago, no consiste en ser una persona triste, entonces me voy a sentir muy mal conmigo misma porque me estoy identificando con eso. Pero esta no es mi emoción real. Son emociones pasajeras. Soy un cúmulo de cosas. Cuando no juzgo todo, sino que yo soy un todo, y con todo me acepto y con todo me quiero, entonces puedo ser yo. El amor incondicional es la autoestima. Me quiero en mi totalidad, porque me quiero como persona y a mi pareja la quiero igual. Pero identifico esto como momentáneo, no como estados de ánimo permanentes. “Es que soy una egoísta”. No!!! Es que ahora mismo me estoy comportando egoístamente. “Es que nunca me quieres”; “es que ahora mismo no me he sentido querida”.Es lícito estar triste, inseguro. Relajarnos. No podemos estar siempre bien para ser queribles. Ni siempre poder solucionarlo. Hay también cosas que nunca vas a entender de la pareja. Hay temas que no llegas a un acuerdo. Y hay que dejar ese tipo de conversaciones porque te llevan a una espiral.
Qué es lo que a mí me levanta el ánimo. Voy a hacer un listado de cosas que me haga sentir bien. Hoy voy a hacer un mínimo. Un mínimo es hacer algo más que no hacer nada. Te vas a premiar por salir a correr, porque has podido hacerlo. Tienes tanta fuerza dentro, que a pesar de que tengas problemas, sigues haciendo tu vida.
¿Sabes lo que es la felicidad? Es la capacidad de seguir en el mundo, a pesar de tener problemas. No existe la ausencia de problemas. Sólo podemos ver lo que podemos hacer, y aceptar aquello que no podemos y que no depende de nosotros. No tengo que esperar a que todo esté despejado para estar bien. Yo soy capaz de propiciarme un momento de lucidez cuando estoy mal. No dejo que mi estado de ánimo me desanime. Eso es muy valioso. Porque significa que no me dejo arrastrar por mis emociones, que yo sigo ahí.
“Me cuesta mantenerme con la convicción de que estar juntos es lo que quiero”. Eso lo pienso cuando estamos mal. Es que no acepto estar mal, no acepto el dolor y lo que quiero es borrarlo ya”. El dolor es algo que tienes que pasar pero no te tienes que quedar en él. Imagínate que el dolor es una habitación oscura de la casa, por la que pasas, pero no te quedas en ella. Tienes que pasar por el dolor, pero no te tienes que recrear en él. Tienes que asumir que un día hay un momento de bajón o que es un día entero. Pero es esa habitación negra por la que hoy estoy pasando, y voy a salir, y voy a abrir la ventana, porque también hay luz. Paso por el dolor, pero no me quedo en él. Si me quedo en él tengo depresión. La tristeza crónica es depresión. La tristeza sola no es depresión, es tristeza. Y la tristeza es una emoción que todo el mundo siente.
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