¿Cuál es el órgano más erógeno de todo nuestro cuerpo? Es una pregunta que suelo realizar en terapia. Recibo respuestas como: el cerebro, los genitales, los pechos….

La respuesta es mucho más sencilla de lo que pensamos. El órgano más erógeno de nuestro cuerpo es la PIEL. Y podemos disfrutar de ella en toda nuestra totalidad.

Sin embargo, ceñimos la sexualidad humana a los genitales, la penetración y al orgasmo. Y es, en estos tres ámbitos donde emergen todos los problemas, que un/a sexólog@ puede tratar.

He de decir, que considero muy importante que la persona haya descartado que exista cualquier problema físico. Por ello es aconsejable que se visite al ginecólogo o urólogo con anterioridad.

No siempre ha de ser así, pero normalmente los profesionales de la psicología son los encargados de tratar los problemas sexuales cuando son producidos por problemas psicológicos. En mi caso concreto, además de psicología, estoy especializada en Sexología y Terapia de Pareja. Es decir, que un/a Sexólog@, por normal general, puede haber estudiado Psicología y realizar un Máster específico de esta temática. Aunque puede haber otros profesionales, generalmente del área sanitaria, que también estén especializados.

Los mayores enemigos de la sexualidad son: la ansiedad, el estrés y las exigencias en el placer. Estos son los problemas más frecuentes que podemos tratar:

Problemas del Deseo Sexual: es uno de los problemas sexuales, que más se demanda en la actualidad. El estilo de vida que tenemos actualmente (estrés, ansiedad, hiperactividad…), junto con la mecanización y rapidez con la que se llevan a cabo los encuentros sexuales, son los principales factores que predisponen en que aparezcan problemas de disminución del deseo sexual o incluso que éste desaparezca.

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Dificultades para alcanzar el orgasmo: anorgasmia femenina. Popularmente conocido como “frigidez”, es un término que quedó obsoleto en su uso, por ser inapropiado y de contenido peyorativo. También se le conoce como disfunción orgásmica. Afecta fundamentalmente a las mujeres que tienen problemas o dificultades en la fase de orgasmo. Aquí hay dos causas principales que lo explican: por una parte, una educación sexual represiva, lo que dificulta que la mujer se “deje ir” en su excitación sexual; y por otra, otro fenómeno que aparece resultado de la sociedad actual: el modelo de exigencia sexual. Se imponen actualmente formas correctas de disfrutar en la sexualidad, donde si no hay orgasmo, se cree que la relación es “incompleta” o “inacabada”, y por lo tanto, la mujer tiene una “exigencia” mayor para tenerlo. Esto genera bloqueos y respuestas ansiosas, que le imposibilita precisamente llegar al orgasmo.

Vaginismo y dolor en el coito: es un problema femenino, que consiste en la imposibilidad de realizar el coito o penetración vaginal. Los síntomas principales son un dolor intenso en el introito vaginal (esto es, la entrada de la vagina). Si se produce de forma continua se evita tener relaciones sexuales con penetración. Sería básicamente una fobia al coito. Un temor intenso, hacia algo, que en principio es placentero. Las causas del vaginismo son fundamentalmente de origen psicológico: primeras experiencias de coito negativas, historia de abusos sexuales, o ideas erróneas preconcebidas o mitos sobre las relaciones sexuales asociadas al dolor.

Problemas de erección o disfunción eréctil: se caracteriza por la pérdida de erección una vez alcanzada (popularmente conocida como “gatillazo”) o por la pérdida parcial de la misma una vez conseguida. El concepto que se utilizaba era el de “impotencia”, actualmente en desuso. Kaplan lo define como un bloqueo de la erección producido por la angustia y el miedo al fracaso en la relación sexual.

Problemas del control eyaculatorio: aquí nos encontramos dos problemas básicos. El más conocido: eyaculación precoz. Y el menos popular: eyaculación retardada.

La eyaculación precoz es una de las dificultades masculinas más demandadas, que afecta a la fase de orgasmo y se caracteriza por una falta de control sobre el momento de la eyaculación. Sucede justo, en el momento posterior al coito, causando normalmente sentimientos de frustración tanto en el hombre como en la mujer. Cabe mencionar aquí también el modelo exigente sexual centrado en el rendimiento genital, y no en la búsqueda del placer.

Sin embargo, la eyaculación retardada, sería lo opuesto. Consistiría básicamente en la dificultad o imposibilidad de alcanzar el orgasmo masculino durante o después de realizar el coito.

Como hemos visto en general, las prisas y las exigencias son los principales enemigos del placer. Si tenéis cualquier de este problema y no habéis podido solucionarlo por vuestros propios medios, no dudéis en poneros en contacto con un especialista.